Érase una vez, en un pequeño pueblo de Alemania, una pareja joven que acababa de casarse. Estaban profundamente enamorados y emocionados de comenzar su nueva vida juntos. Sin embargo, con el paso del tiempo, la pareja comenzó a experimentar problemas y desacuerdos, y su matrimonio, una vez feliz, se llenó de nudos de confusión, frustración y dolor.
Un día, el esposo fue a una iglesia cercana a orar por guía y ayuda. Allí vio una hermosa pintura de Nuestra Señora Desatando Nudos. Intrigado, le preguntó al sacerdote al respecto. El sacerdote explicó que la pintura representaba a María, la madre de Jesús, como la que podría desatar los nudos en nuestras vidas y ayudarnos a encontrar la paz y la curación.
Lleno de esperanza, el esposo fue a casa y le contó a su esposa sobre la pintura y la historia detrás de ella. Juntos fueron a la iglesia y oraron a Nuestra Señora, pidiéndole su intercesión en su matrimonio.
Mientras oraban, sintieron que los invadía una sensación de calma y paz. Lento pero seguro, los nudos en su relación comenzaron a desmoronarse, y se encontraron cada vez más cerca y más enamorados que nunca.
A partir de ese día, la pareja nunca olvidó el poder de la intercesión de María en sus vidas. Tenían el hábito de rezarle regularmente, e incluso tenían una pequeña estatua de Nuestra Señora Desatando Nudos en su casa.
Hoy conmemoramos la fiesta de Nuestra Señora Desatando Nudos el 28 de septiembre. En este día, recordamos el papel de María como la que puede ayudarnos a desatar los nudos en nuestras vidas y acudir a ella en busca de guía e intercesión.
Dejanos rezar:
Querida María, Madre de Jesús y también madre nuestra, hoy venimos a ti a pedirte ayuda para desenredar los nudos de nuestra vida. Pedimos tu intercesión en nuestras relaciones, en nuestro trabajo, en nuestra salud y en nuestra vida espiritual.
Sabemos que usted es quien puede ver el panorama general, quien puede guiarnos por el camino correcto y quien puede desatar los nudos que nosotros no podemos. Confiamos en tu amor y tu cuidado por nosotros, y te pedimos que nos ayudes a acercarnos más a tu hijo, Jesús.
Te agradecemos por tu presencia constante en nuestras vidas y por tu amor inquebrantable por nosotros. Que siempre nos volvamos a ti en tiempos de angustia, y que nunca olvidemos el poder de tu intercesión. Amén.