En un pueblo costero, enclavado al borde del vasto océano, había una pequeña capilla dedicada a "Nossa Senhora dos Navegantes". Marineros y pescadores de cerca y de lejos acudían allí antes de emprender sus viajes, buscando su guía y protección divina.
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo, una fuerte tormenta amenazó con tragarse al mar a los pescadores del pueblo. Desesperados y temerosos, oraron a los cielos por ayuda. De repente, apareció una figura radiante: una mujer vestida con una túnica azul flotante, con los brazos extendidos en oración. Milagrosamente, la tormenta amainó y los pescadores regresaron sanos y salvos a la orilla.
Se corrió la voz del evento milagroso y los aldeanos comenzaron a creer en el poder de la Señora. La reverenciaban como su protectora, un faro de esperanza en aguas peligrosas. Hasta el día de hoy, la gente reza a "Nossa Senhora dos Navegantes", buscando su intercesión para un viaje seguro y guía en los mares turbulentos de la vida.
Su estatua, un símbolo de fe y resiliencia, se encuentra en el santuario, recordando a todos los que la visitan que, en tiempos de incertidumbre, la oración y la devoción pueden guiarnos a través de las aguas más tormentosas.