Historia y Oración de Santa Salette

Santa María de La Salette, también conocida como Nuestra Señora de La Salette, es un título dado a la Virgen María después de su aparición a dos niños, Maximin Giraud y Melanie Calvat, el 19 de septiembre de 1846, en los Alpes franceses cerca del pueblo de La Saleta.

Durante la aparición, la Virgen María apareció llorando y dio un mensaje a los niños, instándolos a vivir una vida santa y pidiendo el arrepentimiento y la conversión. También compartió un mensaje secreto con cada niño. El evento fue considerado auténtico por la Iglesia Católica en 1851 y se construyó un santuario en el lugar de la aparición.

Santa María de La Salette es celebrada el 19 de septiembre de cada año por la Iglesia Católica. En este día, los católicos honran la aparición de la Virgen María y reflexionan sobre su mensaje de arrepentimiento y conversión. El día suele estar marcado con oraciones y peregrinaciones al santuario de La Salette.

La oración de Santa María de La Salette, también conocida como la Oración de la Reconciliación, es una oración poderosa que pide perdón y misericordia. Este es el texto de la oración:

“Oh piadosa Virgen María, Madre del Redentor, que en La Salette te mostraste a dos humildes pastores, y con lágrimas y suspiros expresaste tu dolor por los pecados de la humanidad, ten piedad de nosotros pecadores.

Con amor maternal y con el poder de tu intercesión, obtén de tu Hijo Jesús el perdón de nuestros pecados y la gracia de poder vivir una vida cristiana, siguiendo el Evangelio, para que un día seamos dignos de la vida eterna en el cielo . .

Nuestra Señora de La Salette, reconcílianos con tu Hijo, consuela a los afligidos y devuelve a la fe verdadera a los que se han desviado de ella. Obtén para nosotros la gracia de vivir en paz y armonía con todas las personas y vencer todos los obstáculos que se interponen en el camino de nuestra salvación.

Por su intercesión, pedimos la conversión de los pecadores, la curación de los enfermos y la protección de todos los que están en peligro. Ayúdanos a ser fieles a tu Hijo ya seguirlo siempre, para que seamos dignos de las promesas de su reino.

Oh María, Reina del Cielo y de la Tierra, ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén."