Santa Ana, también conocida como la Madre de la Virgen María, es honrada por los cristianos de todo el mundo por su devoción, amor y compasión. Su día conmemorativo se celebra el 26 de julio, y su historia de vida y su legado continúan inspirando a la gente hasta el día de hoy.
En la ciudad de Nazaret vivía un hombre justo llamado Joaquín, que estaba casado con una mujer llamada Ana. Intentaron tener un hijo durante muchos años, pero a pesar de sus oraciones y ofrendas, no tuvieron hijos. Esto fue una fuente de gran tristeza y vergüenza para ellos, porque en su cultura, tener un hijo era visto como una señal de la bendición y el favor de Dios.
Un día, mientras Joachim estaba en el templo ofreciendo sus oraciones, un ángel se le acercó y le dijo que Dios había escuchado sus oraciones y que pronto lo bendeciría con un hijo. Cuando Ana escuchó la noticia, se llenó de alegría y dio gracias a Dios. Nueve meses después, dieron la bienvenida a una niña a la que llamaron María.
A medida que Mary crecía, Anne se convirtió en su maestra y mentora, inculcando en ella un profundo amor por Dios y un compromiso con la justicia. La sabiduría y la guía de Anna ayudaron a María a convertirse en la mujer que un día daría a luz a Jesús, el Salvador del mundo.
La historia de la vida de Santa Ana es un recordatorio del poder de la oración y la fe en el plan de Dios. Su inquebrantable devoción a Dios y su familia, así como su firme esperanza y confianza en la provisión de Dios, continúan inspirando y animando a la gente hoy.
Dejanos rezar:
Querida Santa Ana, te agradecemos por tu ejemplo de fe y devoción a Dios. Pedimos tu intercesión en nuestras vidas, para que nosotros también podamos confiar en el plan de Dios y busquemos vivir una vida justa y santa. Ayúdanos a ser pacientes en nuestras pruebas ya ofrecer nuestras oraciones y sacrificios con un corazón sincero. Que podamos seguir tu ejemplo de amor y compasión por nuestras familias y que eduquemos a la próxima generación para amar y servir a Dios como tú lo hiciste. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, Amén.